si tomas una panga en el embarcadero de Coyolito, llegas en 15 minutos a la única isla centroamericana que ha sido capital (para la asunción de Marco Aurelio Soto en 1876), fortín del pirata Drake en el siglo XVI y el principal puerto hondureño del Pacífico hasta principios del XIX. Amapala te recibe con un muelle reconstruido y parte del centro histórico restaurado por cooperantes andaluces. Puedes darle una vuelta completa por una calle que también te lleva a sus comunidades y a las playas, o alcanzar la cima del cerro en cerca de 3 horas. Al final del día, los atardeceres en el golfo son un agazajo para los sentidos, que maravilla con la misma intensidad de sus rojos y naranjas relevando a los azules gastados por el día, mientras se hunden en el mar para que emerja la noche. No importa cuántas veces lo hayas visto, el ocaso desde Amapala y en ella, desde Playa Grande, es una de esas memorias que quieres refrescar en vivo.
Fuente:HondurasTravel